domingo, junio 18, 2006

Goles en Otro Idioma

El otro día estaba en la facultad y había 2 personas de otro país viendo el partido de su selección. (No voy a decir el país para evitar mails amenazantes).
En fin, deberían ver la frialdad con la que gritaron los goles. Daba pena. Pero no por "pechofrios", sino porque se notaba que no se animaban a gritarlos con mas ahinco. Muy probablemente porque el lugar estaba lleno de argentinos, y tal vez sintieron o verguenza o miedo, que se yo.
La cuestion es que empezé a imaginar la peor situacion posible para disfrutar un gol de argentina.
Me imagine solo, en un bar en Liverpool, con mi gorro de argentina y mi camiseta, sentado en la primera fila frente al televisor, con 200 hooligans detrás, borrachos y con pinta de ex-convictos.
Creo que mi grito de gol sería algo asi como un estornudo reprimido. Y ni siquiera eso. Sería para adentro, las lagrimas llenarían mis ojos por la alegría reprimida, pero ni se me ocurriría soltar una de esas lagrimas en medio de ese tugurio lleno de ingleses enojados.
Probablemente otro lugar feo para disfrutar un gol sea en la casa de un brasilero que vive en la favela y se le ocurrió invitar a sus amigos traficantes de la torcida del Flamengo que estan hasta las manos de droga.
Supongamos que un chileno esta en un bar de San Telmo, con gorro, bandera y vincha de Chile, y grita el gol que nos deja afuera del proximo mundial. No sólo lo grita, sino que se da vuelta, se agarra la camiseta, se la besa, se sube a una mesa, se toma de los genitales, y grita: "Tomen argentinos huevones, ustedes que se creen lo mejor de lo mejor, ahi tienen". Yo creo que ningun argentino (heterosexual, obviamente) podría soportar semejante descargo. Creo que lo minimo que cualquier argentino promedio le haría es un tacto rectal con alguna de las patas de la mesa 8.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé si te enteraste, pero Alejandro, nuestro tío que vive en Brasil, fue a ver un Argentina- Brasil en la tribuna brasilera con sus amigos brasileros y se tuvo que aguantar las ganas de gritar los dos goles que le metimos ese día contra el que metieron ellos.
Yo les comento algo peor: no me salen gritar los goles. En la mayoría aplaudo, pero no me sale gritar en ninguno, no sé por qué.
Pettinatto, en su monólogo de Duro de Domar del otro día, dijo que le pasaba lo mismo. Y que había tratado de imitar la euforia que invade a sus familiares, haciendo lo mismo que ellos(gritando, saltando, pateando las sillas, besando el piso, etc.), pero que todos se lo quedaban mirando como diciendo” no, flaco, vos no sos para esto".